domingo, 2 de febrero de 2014

Buñuelitos de sesos de cordero




Hoy preparamos unos buñuelitos de sesitos de corderito. Así: todo en diminutivo.








Empezamos por visitar a nuestro casquero Toni y comprar un sesito de corderito lechal, del que tuvo muerte antes del destete.









Ya en la cocina, tomamos el seso con mucho cuidado y...








... lo lavamos en un colador de tamaño adecuado, y bajo un chorro mínimo de agua fría, porque el seso es muy delicado y un chorro fuerte lo rompería.









Ponemos una cazuela al fuego con agua y llevamos a hervir. Cuando rompa el hervor, incorporamos el seso con mucho cuidado.










Tomamos harina de trigo y gasificante. Hay quien lo llama levadura, pero es mentira. Las levaduras son microorganismos vivos que actúan biológicamente sobre la masa, y requieren de su tiempo para actuar. El gasificante es una mezcla de bicarbonato sódico y difosfato disódico con harina de arroz y fosfato monocálcico. Simplemente, hace burbujas y esponja la masa en la que se encuentra a la que entra en contacto con el calor.









Mezclamos dos cucharadas de harina y una cucharadita -de las de moka- de gasificante, y añadimos una pulgarada de sal.








En un par de minutos de hervor franco, el seso ya se ha escaldado y está listo para la preparación.








Escurrimos con cuidado...








... ponemos en un lebrillo y rociamos con el zumo de un limón. Dejamos que repose así unos diez minutos, tiempo que dedicaremos a los restantes menesteres del plato.









Tomamos un ramillete de perejil y un par de dientes de ajo...








... que picamos muy menudo.








Añadimos el ajo y el perejil picados al lebrillo donde teníamos la harina con su sal y su gasificante. Damos unas vueltas para empezar a trabar.









Añadimos el seso y trabajamos con el tenedor hasta obtener una masa uniforme de una textura ligera.








Como se nos está espesando, y esa no es la textura...








... añadimos un chorrito de leche.








Y seguimos trabajando hasta obtener una textura adecuada, como -por ejemplo- de una papilla infantil.








Ponemos al fuego vivo una sartén con aceite de olivas y un diente de ajo que actuará como testigo y nos indicará con las burbujas y las ondas del aceite que la temperatura es suficiente para freír y sin llegar a humear, que es cuando se quema el aceite.








Con la ayuda de una cuchara, tomamos la masa a cucharaditas y la echamos en el aceite hirviendo. Freimos por tandas y vamos dando la vuelta a cada buñuelo para que se nos haga por los dos lados.









Una vez fritos, los sacamos a un plato con un papel absorbente de cocina para que embeba el exceso de aceite.








Emplatamos.








Que sea de gusto.




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